Historia de Nuestro Pueblo.
Para encontrar los primeros pobladores de Almonacid cuyos restos materiales nos han llegado hasta el presente debemos partir de la Edad del Bronce, muy posiblemente al Bronce Final, dado que en el término se han hallado de forma descontextualizada instrumental lítico y cerámica atribuible a este período, en los inicios del primer milenio a. C. En las inmediaciones de Almonacid también se han hallado restos cerámicos atribuibles a la Primera Edad del Hierro. Aunque estos hallazgos se dan en diferentes parajes del término, existe una tendencia a la concentración en ciertos lugares que, más tarde, serían núcleos habitados en época histórica.
En época romana, el pueblo de Almonacid floreció bajo la influencia de la vecina ciudad de Segóbriga, ubicada únicamente a unos 8 km del pueblo, y de aquel vicus ha quedado constancia en restos, algunos de los cuales aún hoy se pueden observar, como la vía romana que pasaba por la población, la necrópolis de incineración ubicada al suroeste del pueblo, la cerámica sigillata que se puede encontrar en las inmediaciones del caserío y, posiblemente, la fuente y el arca (una obra hidráulica consistente en un depósito que recoge las aguas del manantial y una conducción que llega hasta la fuente de los tres caños, que ha suministrado agua al pueblo desde aquellos lejanos tiempos).
Aparte de estos restos, el término municipal estuvo salpicado de otros asentamientos, algunos de los cuales serían villae rústicas para la explotación agropecuaria. También encontramos otro vicus de cierta extensión al oeste del pueblo, en el paraje denominado los Majanares, con una gran cantidad de terra sigillata, restos de enterramientos y epígrafes, el más importante de los cuales está dedicado a la diosa Diana. Este lugar es especialmente importante para la historia de la Endiablada, pues aquí se sitúa el hallazgo de la imagen de San Blas según la leyenda.
En época medieval son nulas las noticias que tenemos hasta el siglo XIII, pero hemos de tener en cuenta que el nombre del pueblo procede de una palabra latina (monasterium) unida al artículo árabe al, que en su forma árabe sería al-monastir. Por tanto, "Almonacid" significa, literalmante, “el monasterio”, lo cual es desconcertante actualmente por ignorar qué tipo de monasterio se ubicó aquí. Según ciertos expertos en etimología, este topónimo puede surgir a partir de monasterios cristianos previos a la invasión árabe.
Una vez reconquistada y repoblada la comarca cercana, en el término municipal encontramos los restos de una aldea medieval sobre lo que fue el vicus romano de los Majanares, la cual se denominó Fuente de Domingo Pérez aldea que, junto a Almonacid, perteneció a la villa de Alarcón. Además encontramos otros núcleos menores denominados Villar de Sancho Cojo y San Miguel, ambos erigidos igualmente en antiguos emplazamientos romanos. Todos ellos se despoblaron durante la Edad Media.
La villa de Alarcón abandona su condición de realengo en 1305, fecha a partir de la cual pasa ser posesión de don Juan Manuel, señor de Villena, hijo del infante don Manuel y uno de los más grandes señores de Castilla. Es por su pertenencia al Marquesado de Villena por lo que Almonacid recibe su segundo topónimo, el cual no aparece en los documentos hasta el siglo XVI, dado que anteriormente únicamente se nombra como Almonaster, Almonastir, Almonascir, Almonacir, e, incluso, Almonacirejo.
En 1455, el marqués de Villena, Juan Pacheco, dona la villa de Villarejo de Fuentes. junto con Almonacid, a su hija Beatriz como dote al casar con el conde de Medellín. En 1476 cuando el Marqués Diego López Pacheco es derrotado en la guerra civil castellana, los Reyes Católicos otorgan privilegio de villazgo a Almonacid del Marquesado. Una vez restituidas sus posesiones a Beatriz Pacheco, Almonacid se integra en el señorío de Villarejo de Fuentes, cuyos titulares serán sus descendientes, y que, a partir de 1644, será detentado por los Silva, condes de Cifuentes. A partir del siglo XIX, el Señorío de Villarejo sería posesión de los Queralt, condes de Santa Coloma.
Almonacid, según los documentos, fue una villa de escasa población, con una economía agrícola pobre y con todos sus vecinos pecheros, es decir que pagaban pechos o impuestos por no pertenecer a la nobleza. Los condes de Cifuentes (posteriormente de Santa Coloma) y la parroquia de Santiago con sus vínculos, capellanías, beneficios y fábrica parroquial fueron los mayores terratenientes del término hasta el siglo XX.
La iglesia de Santiago de Almonacid fue edificada a principios del siglo XVIII, sustituyendo una muy antigua iglesia de mampostería encalada y artesonado de madera, la cual quedó pequeña ante el aumento de población de la villa, además de estar muy deteriorada antes de su demolición. Ésta albergaba hasta cinco retablos dorados, el mayor dedicado al Cristo de los Milagros. También contaba el pueblo con una ermita dedicada a San Sebastián en el siglo XVIII. El patrimonio artístico de la parroquia de Almonacid, junto con los antiguos archivos municipales y parroquiales fueron destruidos durante la Guerra Civil.
En 1805, el pueblo sufrió una terrible tormenta de granizo que acabó con la cosecha, sucedida por una epidemia de malaria que redujo su población a la mitad. En la Primera Guerra Carlista acaeció en las cercanías del pueblo una escaramuza entre la partida carlista de Palillos y los cazadores a caballo de la Guardia Real matando éstos a 24 miembros de la partida, incluidos el propio hijo de Palillos y el coronel Ramón Rodríguez Cano, además de apresar a otros 12, entre ellos el célebre carlista cura de Malagón.
A mediados del siglo XIX aún eran visibles los despoblados de San Clemente (Fuente de Domingo Pérez) y San Miguel. Además, el término tenía cierta fama en la recolección de hierbas medicinales.
La población de Almonacid, aunque escasa, mantuvo una tendencia ascendente hasta los años 30 del siglo XX, fecha en la que rozan los 1200 habitantes. A partir de aquí el inexorable declive demográfico comienza, sin haberse detenido actualmente.